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Espacio dedicado al estudio de la masonería.
Aquellos trabajos y artículos que expondré son exclusivamente de mi autoría con influencias de trabajos que se desarrollan en la Resp.'. Log.'. Unión y Constancia N° 214 del valle de Junín, que trabaja bajo los auspicios de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones.

martes, 12 de enero de 2016

El príncipe Hamlet


¿Qué es más noble? ¿Permanecer impasible ante los avatares de una fortuna adversa, o afrontar los peligros de un turbulento mar y, desafiándolos, terminar con todo de una vez? Morir es… dormir… nada más. Y durmiendo se acaban la ansiedad y la angustia y los miles de padecimientos de que son herederos nuestros míseros cuerpos.

Es una deseable consumación: Morir… dormir… dormir… tal vez soñar. Ah, ahí está la dificultad. ¿Es el miedo a los sueños que podamos tener al abandonar este breve hospedaje lo que nos hace titubear?, pues a través de ellos podrían prolongarse indefinidamente las desdichas de esta vida.

Si pudiésemos estar absolutamente seguros de que un certero golpe de daga terminaría con todo, ¿quién soportaría los azotes y desdenes del mundo, la injusticia de los opresores, los desprecios del arrogante, el dolor del amor no correspondido, la desidia de la justicia, la insolencia del poder, la tardanza de la ley y los palos inmerecidamente recibidos? ¿Quién arrastraría, gimiendo y sudando, las cargas de esta vida, si no fuese por el temor de que haya algo después de la muerte, ese país inexplorado del que nadie ha logrado regresar? ¿Es lo que inmoviliza la voluntad y nos hace concluir que mejor es “el mal que padecemos”, que “el mal que está por venir”? La duda nos convierte en cobardes y nos desvía de nuestro racional curso de acción.

William Shakespeare, “El príncipe Hamlet”, año 1599

Cuando buscamos respuestas a la íntima y profunda necesidad de encontrar un propósito de nuestro ser, cuando queremos impresiones rápidas de experiencias difíciles, cuando creemos haber entendido las sinuosidades de un camino, cuando hemos entendido el punto de vista del otro, es en realidad solo un espejismo. Las conclusiones del momento son flashes de creatividad, breves momentos de lucidez, que su producción de unas tras otras como estrofas disonantes de diferentes canciones, cuyo conjunto carece de armonía y sentido.

Resoluciones rápidas a cuestiones profundas requieren reflexiones profundas y largas. Las ideas al igual que todos los seres tienen vida propia, nacen, crecen, fructifican y mueren. Pretender entender algo requiere estudiar su vida, sus momentos, y ello requiere tiempo. Tomemos el tiempo para reflexionar sobre lo ya reflexionado entonces le damos vida a nuestras ideas, pudiendo al cabo de un tiempo deleitarse de sus frutos.

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